Una breve narrativa desencadena una exploración del espacio a nuestro alrededor como un mundo en movimiento donde nuestra mirada testigo deviene una mirada en viaje. en el meollo de este viaje uno arriba al hecho de que no son las palabras solamente las inasibles sino también las imágenes. su presencia es apenas una presencia—una presencia que testimoniamos como un lenguaje que escribe el flujo del tiempo en la penuria de su mera realidad: una dirección, una intención, sin fin, un movimiento que nos comprometemos en leer.

Comentario de Román Antopolsky